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La
Literatura Oral Canaria
Aunque más o menos desapercibida por la cultura escrita, la literatura
canaria oral se ha mantenido poderosamente viva desde la época precolonial
hasta los decenios 1950 y 1960; y, en algunas de sus líneas, como los
contrapunteos de cantares improvisados o la narrativa de tradición mágica,
hasta nuestros días. El
rescate de la literatura canaria oral ha contado con las mismas dificultades que
la observación de cualquier otra característica originaria del pueblo canario;
sobre todo, del silencio, el silenciamiento oficial de su existencia.
De la transmisión escrita y fragmentada de los siglos XV y XVI, se pasó
al silencio absoluto impuesto por la unión entre la ilustración y la iglesia
católica española para acabar con las tradiciones canarias en los siglos XVII
y XVIII. Silencio sólo roto por personajes de otros países como el inglés
George Glass.
Hasta la segunda mitad del siglo XIX no aparecen escritores dispuestos a
transcribir la tradición oral canaria. En primer lugar, Benigno Carballo Wangüemert,
a partir de 1860, y, sobre todo, Juan Bethencourt Alfonso, a partir de 1880.
Las investigaciones de campo de Juan Bethencourt Alfonso son realmente un
cambio en el tratamiento de la literatura canaria oral, ya que por una parte su
trabajo de campo es sistemático, recopilando informaciones de núcleos de
población aún Alzados a los pactos del siglo XV entre Canarias y España. Además
Bethencourt Alfonso rescata desde una sensibilidad propia, nativa, maga. A pesar
de que en el inicio de su investigación parte con un planteamiento de trabajo
consciente más bien eurocéntrico y españolista, en el trabajo de campo se
deja llevar por la realidad existente y no por la que según la oficialidad
colonialista debería de haber. |